martes, 23 de noviembre de 2010

La hebra de quietud 
que hay en el hilo de todo movimiento
canaliza un mensaje
que a veces enarbola la gracia
como una misteriosa pasión
y transgresión del movimiento.
Un código secreto, 
pasmoso sudor de la armonía
que parece subyacer en el fondo, 
proyecta así sus signos
y consigue amansar por un instante
el propio corazón del movimiento,
para que surja al fin,
como algo absolutamente necesario,
el cuerpo desconcertante de la belleza.


Roberto Juarroz
(fragmento)

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